MERCADEO EN LA ACTUALIDAD

La Revolución industrial, junto a los cambios que ha proporcionado en todos los órdenes, ha supuesto también transformaciones profundas en el sistema comercial, al dar al traste con muchas formas anteriores, que han sido sustituidas por otras nuevas.
El comercio se ha visto afectado por las variaciones habidas en la producción, transporte y consumo. Las primeras se ven en la división del trabajo y especialización de individuos y regiones, las segundas son inherentes a las otras dos, y las terceras afectan al incremento global del mercado, al espectacular despegue de la renta “per cápita”, al alto nivel de tecnificación de los hogares y a la relocalización de la población.
Una de las características del cambio en la nueva “revolución comercial” ha afectado a la gestión de los establecimientos. Desde el siglo XIX hasta hoy se han perfeccionado y habilitado los antiguos mercados existentes en muchas ciudades, a donde sigue yendo la gente para “hacer la plaza” o lo que es lo mismo, comprar. Aparte han seguido funcionando las tradicionales tiendas de ultramarinos decimonónicas en muchos barrios, aunque hay muchas que han cerrado ante la competencia de las formas modernas, caracterizadas por su tamaño y funcionalidad. La técnica de venta suele ser el “autoservicio” y se presta atención científica a la disposición de los productos y secciones (merchandising). Los “cash and carry”, supermercados, almacenes populares, grandes almacenes, hipermercados y centros comerciales regionales son los representantes del paso a las nuevas formas de comercio, presididos por el marketing y la publicidad.
El creciente proceso de urbanización y la elevación de las rentas han contribuido a transformar los hábitos de compra y consumo de la población, lo que exige nuevas formas de oferta. La respuesta del comercio ha sido la implantación de grandes establecimientos en las metrópolis y ciudades medias, en el centro o la periferia de las mismas, en tanto desaparecen otros del área rural, produciendo una fuerte concentración espacial del comercio facilitada por la difusión del automóvil y otros medios de transporte rápidos y la incorporación de nuevas técnicas en los hogares (frigoríficos).
El resultado final ha sido la pérdida de importancia de los núcleos mercantiles más pequeños en beneficio de los grandes. Las tendencias actuales se sitúan en dos niveles: los grandes centros metropolitanos y una multitud de diminutos centros, que catalizan una parte ínfima de los intercambios. A ello hay que sumar en las últimas décadas el proceso de incorporación al mercado de nuevas formas de acercar los productos a los consumidores, la venta por correo, la venta a domicilio y, finalmente, la televenta y venta por ordenador, que eliminan la necesidad de espacio físico para ubicar el mercado.